En la mayoría de las ocasiones las reflexiones nos sirven como meditación ante aquellas situaciones que parecerían un problema insalvable, nos hace más conscientes de que las cosas además de ser como son, también dependen de cómo las vivamos. Mi consejo es invitaros a leer las reflexiones muy poco a poco, incluso sólo una de cada vez, para poder saborearlas y asimilar así mejor su enseñanza.
Náyade García
¿AMAR, O DEPENDER?
Cuentan que una bella princesa estaba buscando consorte. Aristocratas y adinerados señores habian llegado de todas partes para ofrecer sus maravillosos regalos. Joyas, tierras, ejercitos y tronos conformaban los obsequios para conquistar a tan especial criatura. Entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo, que no tenia mas riquezas que amor y perseverancia. Cuando le llego el momento de hablar, dijo: "Princesa, te he amado toda mi vida. Como soy un hombre pobre y no tengo tesoros para darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de amor... Estare cien dias sentado bajo tu ventana, sin mas alimentos que la lluvia y sin mas ropas que las que llevo puestas...Esa es mi dote..." La princesa, conmovida por semejante gesto de amor, decidio aceptar: "Tendras tu oportunidad: Si pasas la prueba, me desposaras". Asi pasarón las horas y los dias. El pretendiente estuvo sentado, soportando los vientos, la nieve y las noches heladas. Sin pestañear, con la vista fija en el balcón de su amada, el valiente vasallo siguio firme en su empeño, sin desfallecer un momento. De vez en cuando la cortina de la ventana real dejaba traslucir la esbelta figura de la princesa, la cual, con un noble gesto y una sonrisa, aprobaba la faena. Todo iba a las mil maravillas. Incluso algunos optimistas habian comenzado a planear los festejos. Al llegar el dia noventa y nueve, los pobladores de la zona habian salido a animar al proximo monarca. Todo era alegria y jolgorio, hasta que de pronto, cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, ante la mirada atonita de los asistentes y la perplejidad de la infanta, el joven se levanto y sin dar explicación alguna, se alejo lentamente del lugar. Unas semanas después, mientras deambulaba por un solitario camino, un niño de la comarca lo alcanzo y le pregunto a quemarropa: "¿Qué fué lo te que ocurrio?...Estabas a un paso de lograr la meta...¿Por qué perdiste esa portunidad?... ¿Por qué te retiraste?..." Con profunda consternación y algunas lagrimas mal disimuladas, contesto en voz baja: "No me ahorro ni un dia de sufrimiento...Ni siquiera una hora......... No merecia mi amor...". -
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario