En la mayoría de las ocasiones las reflexiones nos sirven como meditación ante aquellas situaciones que parecerían un problema insalvable, nos hace más conscientes de que las cosas además de ser como son, también dependen de cómo las vivamos. Mi consejo es invitaros a leer las reflexiones muy poco a poco, incluso sólo una de cada vez, para poder saborearlas y asimilar así mejor su enseñanza.

 Náyade García

SABOREO CADA ACTO



Antes cuidaba que los demás no hablaran mal de mí, entonces me portaba como los demás querían y mi conciencia me censuraba.
Menos mal que a pesar de mi esforzada buena educación siempre había alguien difamando.
¡Cuánto agradezco a esa gente que me enseñó que la vida no es un escenario!
Desde entonces me atreví a ser como soy.
El árbol anciano me enseñó que todos somos lo mismo.
Soy guerrero: mi espada es el amor, mi escudo el humor, mi hogar la coherencia, mi texto la libertad.
Si mi felicidad resulta insoportable, discúlpenme, no hice de la cordura mi opción.
Prefiero la imaginación a lo indio, es decir inocencia incluida.
Quizás solamente teníamos que ser humanos.
Sin Amor nada tiene sentido, sin Amor estamos perdidos, sin Amor corremos el riesgo de estar de nuevo transitando de espaldas a la luz.
Por eso es muy importante que sea el Amor lo único que inspire tus actos.
Anhelo que descubras el mensaje que se encuentra detrás de las palabras; no soy un sabio, sólo un enamorado de la vida.
La mejor forma de despertar es hacerlo sin preocuparse porque nuestros actos incomoden a quienes duermen al lado.
La meta no existe, el camino y la meta son lo mismo.
No tenemos que correr hacia ninguna parte, sólo saber dar cada paso plenamente.
Cuando somos más grandes que lo que hacemos, nada puede desequilibrarnos.
Pero cuando permitimos que las cosas sean más grandes que nosotros, nuestro desequilibrio está garantizado.
Quizá sólo seamos agua fluyendo; el camino nos lo tenemos que hacer nosotros.
Más no permitas que el cauce esclavice al río, no sea que en vez de un camino tengas una cárcel.
Amo mi locura que me vacuna contra la estupidez.
Amo el amor que me inmuniza ante la infelicidad que pulula por doquier, infectando almas y atrofiando corazones.
La gente está tan acostumbrada a ser infeliz, que la sensación de felicidad les resulta sospechosa.
La gente está tan reprimida, que la espontánea ternura le incomoda y el amor le inspira desconfianza.

La vida es un canto a la belleza, una convocatoria a la transparencia.

¡ME DECLARO VIVA!

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