En la mayoría de las ocasiones las reflexiones nos sirven como meditación ante aquellas situaciones que parecerían un problema insalvable, nos hace más conscientes de que las cosas además de ser como son, también dependen de cómo las vivamos. Mi consejo es invitaros a leer las reflexiones muy poco a poco, incluso sólo una de cada vez, para poder saborearlas y asimilar así mejor su enseñanza.

 Náyade García

Dedicado a Pity García Cantalapiedra


Hoy quiero tener un recuerdo especial para mi tío, en este rincón tan especial para mi, publico las dos ultimas frases que escribió y la reflexión que mi padre hace de ellas un año después de su muerte.  

Cuando se recuerda un acontecimiento como éste, en particular, cuando el difunto es un hermano, se hace tremendamente difícil escribir sobre ello. Pero en mi caso, la dificultad se convierte en un deseo incontrolado de hacerlo.

Motivos, podrían ser muchos, como de su trayectoria cultural, pero de esto ya se ha escrito tanto, y todos lo hemos podido vivir de una forma continuada, han sido muchos los homenajes y concesión de honores, yo pretendo escribir sobre algo que tuve el honor de recibir directamente de él.

Quizá lo que voy a escribir sea para algunos una nimiedad, pero para mi ha sido algo que me ha marcado y espero que haya mas personas que así lo perciban.

En los últimos años, cuando veníamos desde Tenerife a pasar el verano en Torrelavega, paseábamos por las tardes con Aurelio y Rosita. Íbamos por la Avenida de España y por el Parque Manuel Barquín, con un paseo lento y cansino. Terminábamos sentándonos en una cafetería, cerca de casa.

Hago referencia a esto último porque era aquí donde hablábamos de su vida cultural, y era también aquí donde le insistía en que le convenía escribir algo para estar mas entretenido. Su contestación era siempre la misma, “mira, para escribir no es solamente coger la pluma estilográfica y emborronar una hojas de papel, es necesario que salga de aquí” y señalaba su cabeza.

Al parecer mis peticiones le fueron animando, y un día nada mas llegar a su casa me dijo muy contento, “he escrito una frase” me la leyó y yo grabé. Fue una frase que a mi me ha hecho analizar su significado en muchas ocasiones y posiblemente le ocurrirá igualmente a más de uno.

La frase decía:

“Las nubes son el primer lugar de tránsito de las almas, de los seres humanos muertos, cuando van en busca de la eternidad divina”

El sentido de esta frase, para algunas será normal, pero para otros puede resultar algo extraña.

Para mi refleja una situación clara, Aurelio veía cerca su situación final, veía que se le iba agotando la vida. Y seguramente le empezaron a entrar dudas, sobre que pasa después de la muerte. No creo que mi interpretación sea desacertada, es lógica, es completamente normal que quien esté en la situación de Aurelio, pese a su forma de pensar en este sentido, tenga alguna duda sobre el tema, lo piense y la exprese.

Otro día me sorprendió con otra y esta si fue su última frase escrita:

“La poesía de Juan Ramón Jiménez, en nuestros años jóvenes de acentuado lirismo, fue el lugar apropiado para buscar en ella, apasionados por aquel afán inagotable de apetencia lírica”

Esta última frase añade mas datos que confirman mi interpretación de la anterior, Aurelio estaba analizando su vida, primero su futuro, que era el que estaba mas cerca y por último su pasado. Eran tantas las horas que pasaba sentado en su sillón, sin hacer nada, solo pensando, que estoy seguro que el contenido de ambas frases fueron analizados en multitud de ocasiones.

Esto es lo que he venido analizando durante este último año sobre ambas frases, y sea o no acertado, es lo que quiero publicar.

José Ángel G. Cantalapiedra



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