El tiempo te enseña que hay cosas que no puedes dar por sentado, ni siquiera las amistades.
Hay amigos que van y que vienen a lo largo de la vida. Personas que se mantienen allí con el paso de los días y de los años, demostrando su valor y haciéndote sentir afortunado.
Es muy difícil saber que clase de caminos nos depara la vida o lo que nos encontraremos en ellos. Ocasiones tristes y dolorosas que separan para siempre a individuos que se habían hecho promesas y que encuentran a otros que en la vida, habrían imaginado que podrían mantener una amistad. Otras que simplemente se van sin decir adiós o que se distancian para tomar un rumbo diferente, porque uno se da cuenta también de que, mientras más pasa el tiempo, más distinto te puedes volver de esos amigos a los que alguna vez viste como los más fieles.
¿Por qué será que es tan difícil mantener y encontrar a los buenos amigos?
Quizá porque parte de nuestro aprendizaje en este mundo, no sería tan efectivo si no tuviera que ser puesto a prueba por instantes tan difíciles que no podemos olvidar.
Es duro hacerse a la idea de que al final del camino, las personas leales solamente pueden contarse con los dedos de una sola mano.
Y sin embargo, de no ser por ellas el largo trayecto no tendría sentido.
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