Más allá del plato que vamos a presentar en la mesa de Navidad, de los regalos o de los invitados miremos nuestro interior.
Busquemos esa paz que por momentos parece perdida en este mundo tan agitado.
Hagamos un pequeño balance de nuestra vida y tratemos de cortar esas ramas que nos deforman, que no nos permiten lograr esa felicidad tan ansiada.
Eliminemos esos residuos que quedaron pegados en nosotros y que no nos dejan ver el lado lindo de la vida porque nos hacen estar en tinieblas.
Limpiemos nuestro corazón y "no nos olvidemos quién es el que viene, por qué viene, adónde viene y de dónde viene.
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